ENCIERRO DE PROTESTA
El barrio de Sevilla que se levanta contra los cortes de luz: "Nos llaman delincuentes pero criminales son ellos"
En uno de los diez más barrios más pobres de España se suceden los cortes de suministro eléctrico en plena ola de calor. Los vecinos han estallado y exigen soluciones inmediatas
Endesa asegura que está actuando en los centros de transformación y que son los primeros interesados en que el problema se solucione
Encierro cortes de luz / I.M.
Pasaron la Nochevieja sin luz pero volvieron a hacer la vista gorda. Llevan muchos años igual. Es su rutina. “Mas de cinco años que es imposible de aguantar. Casi diez desde que empezaron los cortes. Yo llegue aquí con tres añitos. Tengo 54. Y los cables ya estaban puestos. Aquí no han modernizado nada”, dice una vecina. En los días ‘señalaítos’, que dice la canción de Raimundo Amador, la luz se va. Cortes de horas. Sin previo aviso. Con las olas de calor y de frío. Este verano ya no pueden más. Han dicho basta. La plataforma “Barrios Hartos” canaliza las movilizaciones.
La organización de consumidores Facua denuncia que en julio los consumidores pagaron la segunda factura de la luz más elevada de la historia, con una media de 142,30 euros, solo por debajo de la de marzo, 176,73- mientras Endesa logró un resultado bruto de explotación de 1.950 millones de euros hasta junio. Los vecinos de uno de los barrios más vulnerables de España se encierran en un centro municipal para denunciar los cortes de suministro constantes. Este lunes unas veinte personas han amanecido en el centro cívico La Plata, en el barrio de Su Eminencia, en un encierro espontáneo tras un episodio que colmó el vaso.
A la entrada carteles reivindicativos. “No estamos aquí para jugar al parchís ni hemos venido a estar fresquitos. Esto es una protesta”, advierte otra de las vecinas. “Nos llaman delincuentes pero los criminales son ellos”, claman. Se refieren a la empresa responsable del suministro eléctrico. Se sienten indignados porque la compañía hable de “fraude o enganches ilegales” o eufemísticamente de “aumento imprevisto de la demanda”, para referirse a las plantaciones de marihuana que disparan el consumo eléctrico.
Muestran sus facturas de la luz debidamente pagadas. Y adjuntan el taco de partes de incidencias que con un número anota la compañía para que quede constancia de su queja. “Hay vecinos que han sufrido ataques de ansiedad esperando una respuesta. Llamas a la empresa, te dan un número, te ponen a la cola, dicen que a la avería le quedan dos horas y cuando va a llegar el plazo suman dos horas más. Así estuvo esta vecina un día catorce horas. Tenemos depresión, problemas psíquicos y físicos”, cuentan.
Refugios climáticos
El Ayuntamiento de Sevilla se refiere al programa Prometeo para hablar de la apertura de centros cívicos en plena ola de calor. Cuenta que hay “refugios climáticos” en barrios “vulnerables”: Torreblanca, el Polígono Sur y Su Eminencia. Los vecinos agradecen el gesto pero dejan claro que ellos están allí en un encierro protesta. Avisan de que no se irán hasta que Endesa, la compañía responsable del suministro, ponga un generador que garantice que no habrá más cortes mientras que ejecutan las prometidas obras de mejora de los centros de transformación.
Las obras justo van a empezar este jueves, alega la compañía. Endesa asegura que en 2020 presentó un plan con 40 millones de inversión para la ciudad de Sevilla. “Estamos ya actuando para actuar en los centros de transformación”, dice la compañía. "Somos los primeros interesados en que esto se solucione", dice una portavoz de la empresa.
“Han prometido obras de 270.000 euros cuando en la zona de Triana- Los Remedios han actuado con 3 millones de euros”, dice Juan García, portavoz de ‘Barrios Hartos’, una plataforma que da voz a los barrios obreros de Sevilla. Algunos, año tras año, salen en el INE en la estadística de los más pobres de España, Los Pajaritos, Cerro Amate, Polígono Sur... “Cuidado con criminalizar a los vecinos. En estos barrios hay muchos trabajadores, no son delincuentes”, avisa. Contrapone las inversiones de Endesa en los distritos ricos, por algo la esperanza de vida en España se mide en el código postal.
Los vecinos en el encierro del centro cívico La Plata con la madre de Noelia, el bebé más pequeño en primer plano. / Los vecinos en el encierro del centro cívico La Plata
"Mi hija no tiene la culpa"
Eso mismo dicen los vecinos. “¿Mi hija que culpa tiene de que haya plantaciones de marihuana? Yo pago lo que pone en la factura. Si a Endesa le roban que vaya a la Policía”, dice Dori. Su hija es María, dependiente, que mientras ella habla está en la cama. “La acabo de echar un ratito que descanse”. Es su niña aunque tiene 20 años. Cuando hay un corte de luz en esta casa del barrio de Padre Pío se hunde el mundo. María llora amargamente porque se queda sin ordenador, que maneja con la mirada. “Lo único que hace que podamos comunicarnos con ella y que la mantiene entretenida”, cuenta su madre. Para eso han comprado un generador de gasolina que activan cuando no hay más remedio. La cama articulada, el montacargas para bajar a la calle, el respirador, el aspirador para las secreciones... todo para que la vida de María siga es eléctrico.
“Yo llevo unos días sin cortes. Esa es la verdad. He ido tantas veces que me dijeron que mi caso era el de una persona dependiente y mi suministro no se podía cortar. Pero quiero denunciar lo que estamos pasando. Hay mucha gente mayor, enferma, encamada. Aquí no se puede resistir con este calor. El aire acondicionado del salón no lo puedo poner porque le falta potencia. No hay derecho a lo que estamos pasando”, dice Dori.
“¿Qué que nos pasa cuando se va la luz?”, repite Mariló con rabia entrelíneas de la pregunta retórica. “Dejadla que hable ella que se expresa muy bien”, intenta otra vecina poner orden porque hay un coro que retahíla como un rezo las consecuencias de los cortes de suministro. “Que se están muriendo los vecinos, que hay muchos mayores”, dice otra.
“Que no somos vulnerables ni nada de eso. Que no nos llamen eso”, grita otra. Por fin ponen orden para que hable Mariló. “Llevamos más de 45 días con cortes de entre tres y 17 horas”, señala a la que nombran portavoz. “Y quieren echarnos a pelear a los vecinos con lo de los enganches ilegales y la marihuana. Que manden inspectores y denuncien a la Policía. Que resuelvan sus problemas pero atiendan nuestro suministro que pagamos mucho”, dice.
Casas como hornos
“Se corta la luz. Las casas son hornos. Imagínate. Ni un ventilador ni un aire. Por encima de los 40 grados. Electrodomésticos ninguno. No podemos ni comprar comida porque sin frigorífico ya me dirás. Las personas enfermas un drama. Tenemos insomnio, depresión, hay golpes de calor, la salud se resiente. Los niños... sin poder hacer nada. Ni en la calle ni en casa con estas temperaturas. Hay personas con medicación que necesitan refrigeración”. “¿Sabes lo que es un bebé de cuatro meses llorando día y noche porque no puede con el calor? Vivimos con linternas. Mi marido se va a trabajar sin dormir. El otro día en un semáforo dio un cabezazo. Pone su vida en riesgo y la de los demás. Tengo dos nietos, de 11 años y 4 meses. Mi hija trabaja y están conmigo. Pasamos las Navidades a oscuras y callamos. Pero este verano ya se están colando”, cuenta Ana María.
Los testimonios se agolpan. El Ayuntamiento de Sevilla se ha dirigido por carta a la Junta de Andalucía, responsable de la calidad del suministro. El Gobierno andaluz aún no ha dicho nada. La carta del concejal del ramo es para la Agencia Andaluza de la Energía, responsable de la calidad del suministro. “Cuando hay sequía las administraciones toman medidas excepcionales. Se da agua a las casas. Aquí dónde están”, señala el portavoz de Barrios Hartos. Se han dirigido por carta al Gobierno de España, para que “nacionalicen” Endesa, nadie contesta nada. “El ayuntamiento que no se ponga tan de perfil que el alumbrado público es suyo y se corta. Que denuncien a la compañía”, dice García.
La madrugada del miércoles al jueves Manuel, de 74 años, no podía más. Otro apagón. Bajó a la calle a tomar 'el fresco'. El termómetro no daba tregua. No había luz ni en los bloques ni en la calle. Se cayó y quedó inconsciente en el suelo. El video que grabaron los vecinos da cuenta de la tensión de un momento dramático. Llamaron al 112. Los gritos lo daban por muerto. A su mujer le dio un síncope. Su hijo fue presa de un ataque de nervios. La Policía llegó en pleno lío. Los agentes de la Policía Nacional se liaron a golpes en el tumulto. Los de la Policía Local “tuvieron más psicología, metieron a su hijo en un coche y se lo llevaron a ver a sus padres al hospital”, dicen los vecinos. Esa noche fue un antes y un después. “De aquí no nos movemos”, dicen ante su cuarta noche de encierro.
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