Iván, el médico catequista expulsado de la iglesia por drag queen: “Perdiste tu luz"

Iván Solar fue catequista hasta 2015, cuando en su parroquia recibieron un correo anónimo advirtiendo de que era transformista

Iván Solar se convierte en la drag queen Killer Queen

La web de una parroquia madrileña recibió una tarde un correo anónimo. El remitente era el padre de uno de los niños que asistían a catequesis. En el escrito advertía de lo que acababa de descubrir: “Hay uno de los catequistas de esta parroquia que no puede seguir teniendo contacto con nuestros hijos. He descubierto que en realidad es un travesti que por las noches hace espectáculos en un garito de Chueca. Eso es algo totalmente inmoral para nuestros pequeños”.

Ese fue el final de la relación del protagonista de esta historia con la iglesia. El punto de inflexión que le puso, como él afirma, “las maletas en la calle”. Por su nombre, Iván Solar, no lo conocerán. Por su nombre artístico, Killer Queen, quizá a alguno le suene. Es una de las estrellas del talent show ‘Drag Race’, un formato estadounidense que está triunfando en nuestro país y que acaba de concluir su primera temporada. Ahora, finalizada la emisión, sus protagonistas están de gira por España con un espectáculo llamado 'El Gran Hotel de las Reinas'.

‘Las Reinas’ son las drags protagonistas del espectáculo y todas ellas encierran historias de superación y/o discriminación. Es el caso de Iván Solar, un médico de familia de Moratalaz de 32 años. Desde su infancia, su vida estuvo ligada a la iglesia de su barrio. Primero participando en las actividades parroquiales y luego impartiendo catequesis.

“Para mí la iglesia era mi segunda casa. De hecho, yo no provengo de familia religiosa. Fui yo el que arrastró a mi familia. Fui yo el primero en ingresar en la parroquia, en ir a misa los domingos y en formar parte de los campamentos y grupos de convivencias. Como en casa siempre quisieron lo mejor para mí y verme feliz, empezaron ellos también a asistir a la iglesia”, cuenta a El Periódico de España en una entrevista en el salón de su casa.

Disfrazado desde niño

El idilio de Iván con el transformismo empezó a muy tierna edad: “Mi primer disfraz de Carnaval fue de bruja. Yo tenía dos años. A partir de ahí, jugaba en casa con mi abuela a las princesas de Disney. Ella era la que me prestaba los vestidos de mis tías y los postizos. Le decía a mis padres que si yo era feliz disfrazándome, por qué no lo íbamos a hacer”, recuerda. Una afición que llevó medio en secreto y que volvió a aflorar cuando ingresó en la universidad.

Iván muestra el armario con sus vestidos

/ DLF

“Mi primera vocación fue ser granjero, porque en mi infancia me habían comprado la Granja de Pin y Pon. Siempre fui un alumno muy aplicado al que le encantaba la biología. De ahí decidí que sería buena idea estudiar Medicina. Y fue en las fiestas universitarias con mis compañeros, en segundo de carrera, cuando empezamos a organizar fiestas de disfraces. Yo siempre iba caracterizado de algún personaje femenino”, rememora.

Le empezó a encontrar el gusto a aquello de disfrazarse y representar papeles, por lo que decidió apuntarse a clases de teatro. “Una vez organizamos el musical ‘We will rock you’, de Queen. La directora me propuso que hiciese el papel de Killer Queen, que era la ‘mala malísima’ de la obra. Acepté la propuesta y me encantó”. Fue ahí cuando se dio cuenta de que aquello del transformismo iba a convertirse en uno de los pilares de su vida.

Siempre en la iglesia

Sus otros pilares fueron su familia… y la parroquia de su barrio. Iván empezó a asistir a la iglesia cuando aún era un niño. “Aquel lugar era para mí un remanso de paz. Un oasis en el que nadie me juzgaba ni se metían conmigo. Allí estaba a salvo del bullying al que me sometían en el colegio. Primero me atacaban por mi sobrepeso y luego por mi condición sexual, que ni yo mismo tenía todavía demasiado clara”, recuerda.

Iván hizo la comunión y siguió en la iglesia durante toda su adolescencia. Se confirmó con 18 años y fue entonces cuando empezó a ejercer de catequista: “Yo también quería seguir el ejemplo de mis monitores, que era lo que había visto siempre. El verano que cumplí 18 años ya llevé un grupo de niños en el campamento de verano. Y después ya pasé a impartir y coordinar grupos de catequesis. Para mí, lo más importante era educar a aquellos niños en valores”.

Killer Queen es una de las estrellas del programa 'Drag Race'

/ Cedida

Para entonces estaba totalmente integrado en la vida de la parroquia: “Se había montado un grupo muy sano de amigos. El mensaje cristiano además no tenía nada malo. Al contrario. Hablaba de querer al prójimo, de hacer el bien. Y esa fue la filosofía que yo quise trasladarle desde siempre a los niños. Yo me sentía muy bien en aquel entorno, no había nada hostil hacia mí”.

Paralelamente, su actividad como transformista se hacía cada vez más notoria. Se había consolidado en el papel de Killer Queen y adaptó ese nombre para sus actuaciones. De disfrazarse en fiestas universitarias pasó a convertirlo en un hábito y empezó a participar en unos concursos de drag queen que se celebraban en Chueca. Allí fue identificado por ese padre anónimo que se encargó de poner en conocimiento aquellos hechos a los responsables parroquiales.

El correo anónimo

Su relación idílica con la parroquia, de cuyo nombre no quiere acordarse, empezó a resquebrajarse aquella aciaga tarde de 2015 en la que llegó el correo anónimo. “Nunca supimos quién lo había escrito. Podría haber sido cualquiera de los padres que empezaron a sumarse a esa corriente. A mí, directamente, nunca me dijeron nada. Nadie vino a preguntarme qué era lo que hacía cuando me disfrazaba ni por qué lo hacía. Todo lo llevaron a mis espaldas y yo me iba enterando de que tal o cual había dicho esto o lo otro”.

Aquella familia de la que se enorgullecía desde pequeño empezaba a hacerle el vacío. La sensación de mobbing iba en aumento, precisamente en aquel oasis que le mantuvo a salvo del bullying cuando era un niño. “Me iba llegando que cada vez más gente de la parroquia se iba posicionando con el autor de ese correo. Desde los padres de los niños hasta las altas esferas de la iglesia. Y un buen día, ya agobiado, decidí pararlo”.

Iván, caracterizado de Killer Queen

/ Errebeene

Aquel enfrentamiento final tuvo lugar en una de las salas de reuniones de la parroquia, la misma en la que se solían celebrar las reuniones quincenales entre catequistas. Por un lado, todos sus detractores, los que le querían fuera del contacto con los niños. Muchos padres e incluso el párroco, “que era una persona en la que yo confié siempre mucho porque era alguien abierto, tolerante y progresista, pero que luego se posicionó contra mí”. Por el otro bando: “Todos mis amigos de la parroquia, porque todavía había muchos de mis compañeros que seguían apoyándome. Les avisé para que estuvieran presentes conmigo en aquel momento”.

Fue en aquella reunión cuando se tuvo que enfrentar a los prejuicios de aquellas personas: “Me preguntaban por qué había hecho eso y me llegaron a decir que no podía seguir allí. "Has perdido tu luz', me dijeron. Había gente que ni siquiera tenía relación conmigo, pero se pusieron a contar que desde hacía unos meses yo estaba distinto con ellos. Yo no me lo podía creer. Mi amigo y yo nos pasamos toda la reunión dándonos golpecitos con el pie por debajo de la mesa, porque no nos podíamos creer lo que estábamos escuchando".

Jesús estaría con nosotros”

Visto el panorama, fue el propio Iván el que decidió largarse: “No puedo decir que me echaron de allí, pero sí que me pusieron las maletas en la calle. A partir de ahí dejé totalmente mi relación con la iglesia. Me duele todavía, porque yo era creyente y porque aquella parroquia fue un pilar muy importante de mi vida. Me duele por mí y por mi familia, que empezó a ir a misa por mí y de repente se encontraron con esa situación”.

Killer Queen, en una imagen promocional tomada en Gran Vía

/ Errebeene

Iván ya no quiere saber nada de la iglesia. Asegura que ya ni siquiera es creyente, pero sigue sosteniendo: “Lo que pone en la Biblia es 'amarás al prójimo como a ti mismo', pero en ningún sitio pone un asterisco donde diga 'lee aquí las excepciones'. No hay excepciones. Amarás al prójimo es a todo el mundo por igual”.

Incide en que la iglesia está involucionando. "He visto sacerdotes jóvenes que son mucho más radicales que los veteranos. Son los mismos que se echan las manos a la cabeza cuando el Papa Francisco dice algo que no les conviene y dicen que es Satanás. No se dan cuenta de que la iglesia tiene que ser para todos. En la película ‘Sister Act’ la gente empieza a ir a la iglesia cuando comienzan a cantar gospel y a montar celebraciones. Seguimos con ese dedo moral de la iglesia que debe desaparecer".

Iván no ha vuelto a hablar con aquellas personas que le expulsaron de su paraíso. “Ni ganas. Menos mal que seguí con mi personaje de Killer Queen, con el que sigo transmitiendo un mensaje de paz, de amor y de igualdad. Lo mismo que cuando era catequista, pero con una peluca”. Ahora es una estrella internacional del mundo drag, su familia le sigue apoyando y ese mundo se ha convertido en su pilar más sólido. Pero sigue teniendo un mensaje claro para la iglesia católica: “Si Jesucristo volviese a nacer en la actualidad, ¿con quién se relacionaría? Yo no tengo duda de que estaría del lado de la mujer repudiada por ser madre soltera y de la que quiere abortar. Se juntaría con los enfermos terminales que piden la eutanasia, con los pobres, con las prostitutas y el colectivo LGTBI. ¿Y sabes quienes serían los fariseos? La actual iglesia”.