EL DELITO DE LA FALSIFICACIÓN

El 'boom' de Mbappé y Lamine Yamal aviva la venta de camisetas falsas: las mafias multiplican por cinco los márgenes de beneficio

Un mantero vende camisetas en Barcelona / Jordi Otix

Juan José Fernández

Una gran porción de las camisetas falsas de clubes de fútbol que ahora se venden en las mantas fue encargada en China por mafias senegalesas en diciembre pasado. Este año se venden tantas en este país, que esta industria ilegal se ve obligada a trabajar con anticipación, o no daría tiempo a fabricar stock suficiente.

Pero además de anticipación está demostrando rapidez: en junio, de cara al fichaje de Kylian Mbappé por el Real Madrid, los peones del negocio tenían preparadas camisetas blancas neutras, sin nombre ni número, hechas en invierno. Llegó la firma del contrato el 16 de julio, se hizo la foto Florentino Pérez, presidente madridista, con su nueva estrella y el 9 en el uniforme, y al día siguiente empezaron a aparecer en las mantas prendas con ese número en el dorsal. En sus galpones, los falsificadores habían pasado la noche serigrafiando.

Con previsión de expertos, las redes del tráfico de camisetas falsas en España también hicieron en invierno sus pedidos de camisetas falsas de la selección española de fútbol, de cara a una Eurocopa cuya final se jugó el 14 de julio. Rápidamente apareció en el mercado, tras ascender a los altares del deporte, el nombre de Lamine Yamal impreso en esas prendas.

Mbappé, Yamal, Jude Bellingham y el ya retirado Tony Kroos son los nombres más frecuentes ahora en las camisetas falsas, confirman fuentes policiales. Estas figuras han animado el mercado en un año muy deportivo, en el que se han sucedido la final de la Champions -con Kroos de despedida-, la Eurocopa, la Copa América y los Juegos Olímpicos.

Gran tonelaje

José Luis Gómez, inspector jefe y responsable de la Sección de Delitos contra la Propiedad Industrial e Intelectual de la Policía Nacional, veterano investigador de las redes de este negocio ilegal, confirma que el fenómeno crece en España. También las incautaciones: “En 2023 cogimos más que en 2022, y este año serán más que el anterior”.

Este es un campo de trabajo policial en el que las aprehensiones suelen ser de gran volumen, sobre todo en los prolegómenos de grandes acontecimientos deportivos. Y este 2024 las requisas son XXL. El 10 de mayo pasado anunció la Policía la incautación de más de dos toneladas de uniformes de equipos de fútbol que habían estado llegando en numerosos envíos desde China a Madrid y la periferia de la capital.

Faltaban dos meses para la final de la Eurocopa. Veintiún días después se acababa mayo cuando difundió la Policía la captura de 12 toneladas de prendas falsas. La operación se explotó en Barcelona y Tarragona, entre otros puntos, una semana antes de la final de la Champions que ganó el Real Madrid. En esas 12 toneladas había algo más de 70.000 camisetas; y más de 36.500 estaban hechas para esa final. Para pillar el alijo se revisaron 15 tráileres de gran tonelaje.

Camisetas de Argentina y España, el Real Madrid, el Barça... entre las dos toneladas de ropa falsificada que interceptó la Policia el pasado 10 de mayo / CNP

El pasado 13 de julio, la Guardia Civil culminó la operación Sanzam, un golpe a cinco distribuidores del chinatown madrileño de Cobo Calleja (Fuenlabrada) en el que fueron intervenidos más de seis millones de artículos falsos, entre ellos grandes pilas de camisetas de fútbol.

Con estos golpes policiales, se están quedando pequeñas las incautaciones del año pasado. Los lugares donde más mercancía falsa se aprehendió en 2023 son, según datos de Interior, Barcelona (1.887.923 objetos), Madrid (462.500), Baleares (207.421) y Murcia (203.649). “Son las áreas donde más organizaciones criminales están asentadas”, explica una fuente experta del área de Delitos Económicos de la Guardia Civil.

Altos márgenes

El año pasado, durante la investigación de la operación Quinto -39 detenidos y un cuarto de millón de productos falsos incautados en Girona, Madrid, Sevilla, Tenerife y Málaga-, agentes del equipo de José Luis Gómez detectaron un envío muy especial de mensajería. El paquete, remitido por un senegalés y con destino Senegal, pesaba un kilo. Su contenido: billetes de 50 euros.

En la operación Magda-Love, que en junio pasado desarrollaron la policía española y la portuguesa cerrando 18 talleres de falsificación en el centro y norte de Portugal, los billetes se guardaban en rollos y paquetes, bien apretados en tuppers y grandes tarros de cristal.

Pero ese era dinero para los tejedores lusos, en una zona donde hace años, antes de la gran migración de fábricas europeas a China, se cosía mucho material falso. El paquete de un kilo de billetes tenía origen en la manta. “Casi todo el dinero de esas mafias, un 95%, viaja a Senegal”, explica el inspector jefe, acostumbrado a indagar en un mundo “muy hermético” en el que abundan los códigos secretos, las redes familiares, las tramas inacabables de números de teléfono, los pactos de lealtad...

This browser does not support the video element.

IGAT

Ese paquete, y otra veintena de envíos similares contenían la recaudación de un negocio que ahora maneja márgenes del 500%. Compran a fabricantes chinos a entre 1,5 y 5 euros -según la calidad del tejido y cuántos logos incluya- y venden a entre 20 y 25 en Madrid, Barcelona, Sevilla, "mayoritariamente a los turistas y en todas las ciudades de playa de un país con tantos kilómetros de costa...”, cuenta Gómez.

Una colega suya, que en la Guardia Civil trabaja sobre el mismo fenómeno, advierte de que los beneficios de la venta de falsificaciones en España “se emplea cómo método de financiación para otras actividades delictivas, tráfico de drogas, tráfico de armas, trata de seres humanos…”

Desde Oriente

Entran en España las falsificaciones “en contenedores de barco, por despacho aéreo, paquetería… En Holanda está ahora el principal puerto de entrada a Europa, pero estas redes van cambiando según sus propios análisis de riesgo”, explica Gómez.

La ruta de la mercancía, en varias ocasiones declarada en puerto como un cargamento de bombillas, sigue siendo Shenzhen (China), Hong-Kong, Turquía (donde no solo transita, también se fabrica), Países Bajos... hasta terminar en polígonos españoles como el Cobo Calleja de Fuenlabrada (Madrid) o el Grandland de Badalona Sud (Barcelona).

Según los expertos de la Guardia Civil, los proveedores recurren cada vez más a repartir el encargo en “pequeños envíos de paquetería postal; pasan más desapercibidos y son más difícilmente detectables”.

La manta es la principal salida comercial para prendas y zapatillas falsas, pero no la única. “Las plataformas digitales son una tendencia reforzada después de la pandemia”, explican en la Guardia Civil. Una ligera búsqueda en Aliexprés permite encontrar equipaciones blancas o blaugranas a 12 euros que costarían más de 100 siendo auténticas y compradas al Real Madrid o FC Barcelona en sus tiendas oficiales.

Camiseta 'Bellingham' falsificada, de venta en un popular portal comercial, a un precio diez veces inferior al de las auténticas / El Periódico

De febrero de 2022 data uno de los principales golpes de la Policía a este tráfico por internet. Lo llamaron operación Lipia. Tres jóvenes de Madrid practicaban el dropshipping, un pacto entre un fabricante y un particular para vender a través de webs y redes sociales. Parecía que la ropa y las zapatillas de marca que colocaban eran más baratas, quizá por proceder de stocks u ofertas outlet de productos auténticos, pero en realidad los tres detenidos pasaban el encargo de cada cliente a un falsificador en China, y al comprador le cobraban con la TPV de una web comercial legal. En un año habían ganado dos millones de euros.

Una jefa en China

En este delito, que en España ha costado el empleo a más de 15.000 trabajadores de las marcas imitadas, hace ya tiempo que los capos diluyen su implicación: el mantero dejó de ser empleado y pasó a ser autónomo, dueño que se juega el material que vende si le pilla la Policía, y sin que por ello haya disminuido su explotación: le compra a la red las camisetas a crédito, vende, coge su porcentaje, devuelve el dinero fiado y compra otro lote más.

El reparto de tareas en esta actividad coloca cargos intermedios al frente de cada función. “La manta se organiza en España por provincias, con un responsable que coordina los encargos, otro que mueve el dinero, otro que recluta vendedores…”, explica Gómez. La cadena de oficios del negocio se mantiene: el vendedor, el abastecedor, el remitente del dinero, cuya cara no se debe dejar ver demasiadas veces en la empresa de paquetería o en la oficina de MoneyGram… y una figura esencial: el encargado de hacer los pedidos.

O encargada. En la operación Quinto, que aún está pendiente de juicio, la Policía Nacional detectó a una senegalesa con conocimientos de lengua china como ese eslabón clave. Era la jefa, una mujer capaz de exigir tiempos de entrega y conseguir buenos precios. Tiene residencia en China… y Beijing no colabora con la extradición.

Explotación

En un negocio hasta ahora dominado por los senegaleses adeptos del culto musulmán muride, las mujeres han estado proscritas en la venta ambulante hasta que, este año, se ha consolidado la aparición de las primeras manteras. Ha sido en el área de Salou, en una costa de alta concentración -como también las de Málaga y las playas de Vinarós-, donde los expertos de la Sección de Propiedad Industrial de la Policía cuentan más de un centenar de mantas repartiéndose espacios.

This browser does not support the video element.

CNP

En verano el negocio va a las distintas costas, pero la Policía ha detectado una organización provincial interior y una misma cadena de suministro para localizaciones diferentes, “a cargo de vendedores relevantes, los ‘buzones’”, explica Gómez, de manera que “las mismas camisetas falsificadas del Barça o el Madrid están en Girona y en Albacete o Mallorca”.

El negocio evoluciona, pero mantiene su cimiento. “El 90 % de los hombres explotados en la venta de mercancía falsificada vino de África en un cayuco o una patera -explica el jefe policial- y de los que no consiguen colocarse se aprovechan, los meten en una actividad ilegítima, aunque hay otros que se niegan a vender falsificaciones, y se conforman con ofrecer pulserillas y artesanías”.

Contribuye a la extensión del fenómeno “el escaso reproche social” al negocio en España, comentan las mencionadas fuentes de la Guardia Civil, pero también el inmenso mercado que supone la llegada anual de 85 millones de turistas a este país.

Pulsa para ver más contenido para ti

Hay además un abono legal, “las reducidas penas que recoge nuestro Código Penal (artículos 273 a 277) para los delitos contra la propiedad industrial e intelectual -comentan en el instituto armado en referencia a penas medias de dos años- Las organizaciones criminales lo aprovechan”.

Un montón de tela esperando destrucción

Las grandes incautaciones en este sector son un éxito policial, pero también un problema logístico. En puntos de almacenaje de toda España esperan orden de destrucción “más de 200 toneladas de productos falsificados”, estima José Luis Gómez. Eso, en materia de camisetas, es un montón de tela.

No hay un depósito judicial creado para estas requisas, que se amontonan como se han ido acumulando las narcolanchas capturadas en solares de la provincia de Cádiz, o como en su día se apilaban las papeletas del 1-0 en el parking del principal acuartelamiento catalán de la Guardia Civil, en Sant Andreu de la Barca. Guardar tanto material es un reto para los juzgados y las comisarías, “y ellos lo saben”, dice este jefe policial. “Ellos” son los mercaderes de estos productos ilegales.

Pero es ropa que no volverá a ningún circuito comercial, pero que debe esperar el lento trámite de la Justicia. Primero, que un perito acredite que se trata de productos falsos; después, que el juez dé por bueno el informe pericial, que se instruya el caso y se determinen culpables; luego el recurso si lo hubiere -que no suele abundar- y al final la orden de destrucción. "La única solución es precintar el almacén de la red investigada", explica Gómez.

Llegado ese momento, no se le puede prender fuego a un cargamento textil así como así, dañando el medio ambiente. Entran ahí en juego las incineradoras autorizadas, las mismas a las que llevan sus requisas las unidades antinarco.

Pulsa para ver más contenido para ti