CRÍTICA

'Luchar por la calle', de Janette Sadik-Khan: la vanguardia de la transformación urbana

¿Se puede hacer algo útil para que nuestras calles sean seguras y dinámicas? Por supuesto: la autora lo ha logrado en Nueva York y lo explica en este libro concebido como un manual para ciudadanos inteligentes

La ensayista Janette Sadik-Khan. / EPE

Marc Masmiquel Mendiara

La movilidad sostenible no es sólo armonía entre vehículos, no se fundamenta sólo en flujo de pasajeros, no se ciñe a plazas de aparcamiento… hay más todo lo que vive en la ciudad, cual sistema vivo y circulatorio que es de la energía aplicada de la ciudad. Por ponernos en antecedente Albert Einstein, ya intuía algo… y es que además de sagaz era ciclista empedernido: «La vida es como montar en bicicleta: para conservar el equilibrio, debes mantenerte en movimiento». La ciudad es un organismo con organismos en su interior, las arterias se congestionan al no haberse previsto una circulación enfocada en todos los ciudadanos.

Este libro (Luchar por la calle. Manual para una revolución urbana) ha sido concebido como un manual para ciudadanos inteligentes y articula soluciones desde problemas concretos localizables en todas las urbes, imparte y difunde sabiduría, consejos plausibles y realizables que otras poblaciones (de diferente escala, ideal para la casuística de Mallorca, atragantada de saturación por indicadores cada vez más obvios). ¿Se puede hacer algo para que nuestras calles sean seguras y dinámicas? Por supuesto, y todo empieza identificando los conflictos, lidiando con los problemas con integridad analítica.

Janette Sadik-Khan, la autora principal de este estimulante libro ha ejercido varias legislaturas como comisaria de transportes de Nueva York, casi nada. Ella y su equipo (con Seth Solomonow) consiguió lo que parecía imposible y transformó las calles de una de las ciudades más grandes y duras del mundo en espacios dinámicos y seguros para peatones y ciclistas. Su planteamiento fue drástico y eficaz: el simple hecho de pintar una parte de la calle para convertirla en una plaza o un carril bus no sólo hizo que la calle fuera más segura, sino que también disminuyó la congestión y aumentó el tráfico peatonal, lo que mejoró los resultados de los negocios locales.

La experiencia de la vida real confirma que, si se sabe leer la calle, se puede hacer que funcione mejor no reconstruyéndola totalmente, sino reasignando el espacio que ya existe. Costes mínimos e impactos positivos en comercio local y en movilidad de personas. La infraestructura viaria urbana no sólo se construye, lo inteligente es deconstruir lo existente y adaptarlo para el bienestar de la mayoría, centrándose en los peatones y ciclistas, con el transporte público como el verdadero músculo de la movilidad, no los automóviles y su imperio que satura calles, accesos y espacio urbano.

Componentes de la calle

Desglosando la calle en sus componentes, este ensayo demuestra, con imágenes paso a paso, cómo reescribir el "código fuente" subyacente de una calle, con indicaciones sobre cómo añadir carriles bici protegidos, mejorar el espacio de los pasos de peatones y proporcionar señales visuales para reducir el exceso de velocidad. El caso exitoso en Nueva York ha sido replicado en París, donde los recientes años el uso de la bicicleta se ha multiplicado vertiginosamente… ¿grandes inversiones? No, se ha repartido el espacio de la calzada, si en una calle había dos carriles en un sentido, se ha limitado el de vehículos a motor a uno y el otro es para bicis. Esto ha revolucionado el uso de los ciclos… ¿ciclointeligencia? ¿eficiencia energética y disminución de las emisiones nocivas sin afectar al tráfico?

Lograr una reforma tan radical no fue fácil, y el trabajo y batallas que Sadik-Khan ganó para que su planteamiento funcionara tuvo que romper los estereotipos de los conductores. La exposición no es teórica: incluye ejemplos de cómo esta nueva forma de leer las calles ya se ha abierto camino en todo el mundo, desde Ciudad de México, Los Ángeles, París hasta Auckland y Buenos Aires, pasando por innovadores carriles bici y espacios pacificados en Austin, Indianápolis y San Francisco. Muchos gestores públicos valientes se han inspirado en los cambios urbanos en Nueva York y no hacerlo en Palma es mera cuestión de conocimiento y voluntad.

Pero esto no es nuevo, en 1970, el pensador Ivan Illich planteaba: "El americano típico consagra más de 1.500 horas por año a su automóvil: sentado dentro de él, en marcha o parado, trabajando para pagarlo, para pagar la gasolina, las llantas, los peajes, el seguro, las infracciones y los impuestos. Estas 1.500 horas le sirven para recorrer unos 10.000 kilómetros al año, lo que significa que se desplaza a una velocidad de 6 kilómetros por hora", la mitad de la velocidad que desarrolla un ciclista urbano sin esforzarse. Tras 50 años, Illich sigue teniendo validez. ConBici (la coordinadora estatal de la bicicleta) es la principal coordinadora de asociaciones ciclistas en España, con la participación de 72 entidades en todo el país, y sus informes periódicos y estudios confirman muchas de las propuestas que Janette Sadik-Khan ejecutó en Nueva York. ¿A qué esperamos?

Paso lento

Todos somos peatones, pero ante todo ciudadanos y la civitas (la "civilidad") se ejerce desde el paso lento y decidido hacia una ciudad donde acompañar a los hijos al colegio en bicicleta no deba ser una aventura peligrosa, donde moverse de un lado a otro sea posible sin necesidad de mover las toneladas de un coche. Hay tantos ejemplos que los viandantes podemos promover y protagonizar que ya es hora de revolucionar la movilidad urbana, como un acto de salud e inteligencia urbana.

El exceso de tráfico motorizado es como un tumor maligno, satura el espacio disponible y genera atascos, además de emisiones contaminantes… la cura está en nuestros pies, en el movimiento, en andar o pedalear. Conozco muy bien la necesidad de preservar lo valioso para nuestros hijos. Un modo realista de hacerlo es convertir la ciudad en un lugar menos ruidoso, más lento e inteligente, y este libro muestra una hoja de ruta sencilla, económica (economía: Oikos nemo, la gestión del hogar).

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Además, al circular más despacio, la realidad se abre a nuestros ojos, dejamos el «piloto automático» y tenemos oportunidad de redescubrir la ciudad, a los peatones conocidos, a los desconocidos regalos que la ciudad alberga, un ecosistema social vivo que desde el otro lado de la ventanilla es fugaz y borroso, pero a pie de calle es hermoso, complejo, vivo y coherente con los retos ambientales que a todos nos atañen. Del mismo modo que algunos luchan por su vida, superando una enfermedad, la ciudad evolucionada nos pide un cambio, como Janette Sadik-Khan nos evidencia de un modo didáctico, científico y racional. Una revolución silenciosa y pacifica nos espera, por un vida mejor: la vanguardia de la transformación urbana.

'Luchar por la calle. Manual para una revolución urbana'

Janette Sadik-Khan

Traducción de Mireia Bofill Abelló

Capitán Swing

376 páginas. 25 euros

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