CRÍTICA

'Ropa de casa', de Ignacio Martínez de Pisón: mucho más que unas memorias

En su último libro, el autor novela la historia de su familia, pero a la vez logra trascender cualquier forma de particularismo y narrar la historia colectiva

El escritor Ignacio Martínez de Pisón, autor de 'Ropa de casa'. / Jordi Otix

Anna Maria Iglesia

«No era la mejor familia del mundo», piensan Samuel y Mercedes, los dos protagonistas de La buena reputación. Es cierto, seguramente no era la mejor, pero esa familia que ahora contemplan Samuel y Mercedes es la suya. Así concluye una de las novelas más reconocidas de Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1963) y con esta imagen el escritor zaragozano concluye Ropa de casa, su último trabajo narrativo. 

Sin duda –el propio autor lo reconoce–, Ropa de casa es su obra más personal puesto que, en esta ocasión, opta por narrar la historia de su propia familia y, al mismo tiempo, el recorrido vital de ese niño que perdió prematuramente a su padre, que fue un lector compulsivo y desordenado desde pequeño, que fue cinéfilo antes incluso de acudir al cine y que siempre quiso ser escritor, algo que finalmente consiguió.

Sin embargo, dejando de lado el ejercicio memorialístico que aquí el autor lleva a cabo, Ropa de casa está muy cerca de novelas como la ya mencionada La buena reputación y Derecho natural, y con alguno de los relatos de Aeropuerto de Funchal, porque, una vez más, Martínez de Pisón consigue trascender cualquier forma de particularismo y convertir la familia en el punto de partida para narrar la historia colectiva

Léxico familiar

Aunque pueda parecer una extraña combinación, no es descabellado afirmar que esta es la obra de un lector entusiasta y atento de Benito Pérez Galdós, cuyo magisterio el autor zaragozano ha reconocido en más de una ocasión, y de un buen conocedor y, además, traductor de literatura italiana que ha leído a Natalia Ginzburg, sobre todo su Léxico familiar. Porque Ropa de casa es el léxico familiar de Martínez de Pisón –véase sobre todo la atención que pone el escritor a la hora de rescatar las expresiones habituales de su madre o su entonación a la hora de expresar sorpresa o asombro–, pero, como también sucede con Ginzburg, este léxico no se circunscribe únicamente a la esfera familiar, sino que en él se refleja un tiempo y una sociedad concreta. 

De ahí que, en realidad, este léxico familiar está, a su vez, compuesto de distintos léxicos que chocan y se oponen como chocan y se oponen las distintas generaciones, sobre todo en términos ideológicos: el abuelo anacrónicamente carlista, tras cuyo fallecimiento su mujer deja de comprar el diario El Pensamiento Navarro y lo sustituye por el Heraldo de Aragón; el padre, un militar en pleno franquismo; la madre, una mujer conservadora que, tras quedarse viuda, tiene que sacar a sus cinco hijos adelante, y un joven de izquierdas cuya verdadera politización llega con el intento de golpe de Estado de 1981: «El 23-F extendió el apego a la democracia en toda la sociedad pero particularmente en mi generación, que empezó entonces a interesarse por la política. La victoria electoral de Felipe González un año y medio después no sería, en definitiva, sino la victoria de mi generación».

'Ropa de casa' es una obra redonda, cuyo inicio y cuyo final están marcados por la paternidad, por la falta del padre y por el nacimiento del hijo

Memoria personal, más que texto autobiográfico, Ropa de casa trabaja con los recuerdos, pero también con los olvidos. De hecho, el punto de partida es, precisamente, el descubrimiento de un episodio de la vida del padre que el autor desconoce o, quizá, no recuerda. El autor acude, como en otros títulos anteriores, al archivo, pero esta vez no son los documentos historiográficos los que marcan la narración, sino la reconstrucción de una serie de recuerdos a través de imágenes e instantes a través de los cuales el autor reconstruye la historia familiar y, a partir de ella, también la historia de una ciudad –Zaragoza– con sus transformaciones y la historia de una sociedad, desde los oscuros años del franquismo hasta la modernidad de los primeros años 90 representada por la Barcelona olímpica pasando por la década de los 80, años en los que se afianza la democracia y que funcionan como bisagra entre dos mundos, uno que se agota y otro que comienza.

Las ciudades, personajes

Como en anteriores ocasiones, las ciudades son un personaje más dentro de la trama: Martínez de Pisón observa la transformación de Zaragoza y de Barcelona –el cierre de los cines, la desaparición de locales tan icónicos como el Bikini–; capta la efervescencia intelectual de la universidad de Zaragoza de los 80 representada por jóvenes profesores como José Carlos Mainer, Aurora Egido y Túa Blesa, y la centralidad de una Barcelona convertida en la capital del mundo editorial

La rememoración de su llegada a Barcelona, de sus primeras amistades literarias –y de su primer contacto con el mundo editorial con un libro de relatos por el que tanto Jorge Herralde como Beatriz de Moura se interesaron– son algo más que una serie de recuerdos: son la reconstrucción de un momento clave de las letras españolas representado por Narrativas hispánicas, la icónica colección de Anagrama. Eran los años dorados de la crítica y del periodismo cultural, que permitió a estos autores vivir muy pronto de la escritura. 

La compra de un piso es el primer punto de inflexión para Martínez de Pisón, pues ejemplifica que no solo se ha convertido en escritor, sino que ha hecho de la escritura su profesión. El nacimiento de su primer hijo es el segundo punto de inflexión: no solo es la definitiva entrada en la madurez, sino el cierre de una historia que comenzó con el intento de recuperar la historia de un padre que se murió demasiado pronto, cuando el escritor era apenas un niño. 

Ropa de casa podría tener una segunda parte, pero no la requiere necesariamente. Es una obra redonda, cuyo inicio y cuyo final están marcados por la paternidad, por la falta del padre y por el nacimiento del hijo. En este sentido, puede leerse también como una novela de aprendizaje, de cómo aprender a hacer frente a la orfandad.

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La novela permite más de una lectura, porque no se agota en lo puramente biográfico. Es la obra de uno de los escritores que mejor sabe narrar la institución familiar, precisamente porque sabe, como lo sabían Galdós y Ginzburg, que para hablar de la familia hay que mirar más allá de los muros de la casa.

'Ropa de casa'

Ignacio Martínez de Pisón

Seix Barral

304 páginas

20,90 euros

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