AL MARGEN

Por ciertas palabras

El lenguaje de la ultraderecha proclama hoy la libertad, lo que hace sonar de nuevo la voz de Victor Klemperer 

El escritor alemán Víctor Klemperer / EPE

Estamos en un nuevo tiempo de radicalización política. Nuevo por repetido, porque periódicamente, a pesar de los progresos científicos y de las lecciones de la historia, continuamos decididos en despeñarnos por el abismo de las guerras, las hambrunas, las migraciones y las desproporciones económicas. Decir hoy que aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla puede sonar a una frase obsoleta, a pesar de que cada vez se ve más cerca esa realidad.

Hace mucho tiempo que Albert Camus escribió en El hombre rebelde "vais demasiado lejos", "las cosas han durado demasiado", y hace menos que los periodistas Patxo Unzueta y José Luis Barbería publicaron ¿Cómo hemos llegado a esto? (Taurus), un libro sobre la crisis vasca. A pesar de todo, la crisis socioeconómica y política que afectó a Europa en los años 20 y 30 del pasado siglo ha vuelto a asomarse a nuestras instituciones democráticas con la entrada de totalitarismos de los que también Camus había dado la voz de alarma sobre sus posibles consecuencias: "La rebeldía nace del espectáculo de la sinrazón, ante una condición injusta e incomprensible".

Los nuevos airados contra el sistema han tomado las calles y los medios de comunicación. Enemigos del sistema, amparados por el sistema y abanderados por Donald Trump, Vox, los nacionalistas reaccionarios, aquí y en Alemania, Italia, Hungría, los Países Bajos…

El lenguaje de la ultraderecha proclama hoy la libertad, lo que hace sonar de nuevo la voz de Victor Klemperer en su LTI: La lengua del Tercer Reich (Minúscula). El lenguaje no es inocente; Milan Kundera, en La broma (Tusquets), cuenta las penurias de un joven del Partido Comunista checo, al enviar a una compañera una nota en la que se burla del optimismo ideológico. Nuestra sociedad infantilizada parece copiar de la novela del escritor checo: "Los niños no son el futuro porque algún día vayan a ser mayores, sino porque la humanidad se va a aproximar cada vez más al niño, porque la infancia es la imagen del futuro".

Joaquín Sabina escribió en Peces de ciudad, una de sus más lúcidas canciones, estos versos: "Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar / al país donde los sabios se retiran, / del agravio de buscar labios que sacan de quicio, / mentiras que ganan juicios tan sumarios que envilecen / el cristal de los acuarios de los peces de ciudad / que mordieron el anzuelo, que bucean a ras del suelo / que no merecen nadar".

Recomiendo ver Dejar el mundo atrás, una película del año pasado de Sam Esmail. Está en Netflix y es una reflexión de lo que podría ocurrirnos. Siento la crueldad.

Vuelvo a Kemplerer:

"–¿Por qué estuvo usted en la cárcel?

–Pues por ciertas palabras… (Había ofendido al Führer, los símbolos y las instituciones de Tercer Reich).

Fue una iluminación para mí. Al oír esta frase lo vi todo claro. Por ciertas palabras. Por eso y en torno a eso emprendería el trabajo en mis diarios. […] Así se creó este libro, no tanto por vanidad, espero, sino más bien por ciertas palabras".