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¿En qué consiste el diagnóstico precoz del cáncer que puede evitar el 50% de los casos?

La prevención primaria son todas aquellas medidas encaminadas a evitar la aparición de un tumor: estilo de vida saludable, con medidas como no fumar, realizar ejercicio, una adecuada alimentación, evitar la obesidad o disminuir la ingesta de alcohol, entre otras

¿En qué consiste el diagnóstico precoz del cáncer que puede evitar el 50% de los casos graves?

Prevenir nuevos casos de cáncer es posible mediante estrategias de promoción de un estilo de vida saludable, mediante una alimentación, hábitos y actividades beneficiosas o prevención primaria.

La prevención primaria son todas aquellas medidas encaminadas a evitar la aparición de un tumor. Incluyen un estilo de vida saludable, con medidas como no fumar, realizar ejercicio, una adecuada alimentación, evitar la obesidad o disminuir la ingesta de alcohol, entre otras.

Las autoridades sanitarias y los gobiernos e instituciones impulsan medidas como la prohibición del tabaco en interiores o un etiquetaje adecuado en la alimentación, por ejemplo, como parte de la prevención primaria. Pero son importantes también las campañas de información a la ciudadanía para la promoción de la salud.

La prevención secundaria es la detección de un tumor o de una lesión pre-maligna que, aunque ya hayan aparecido, si se detectan de una forma precoz, se previene su desarrollo y evolución. Por eso se denomina prevención, aunque la lesión en mayor o menor grado ya ha aparecido.

Forman parte de esa prevención secundaria todas aquellas medidas encaminadas a intentar una detección lo más precoz posible. Esta prevención también juega un papel fundamental, gracias a los programas de detección precoz y a campañas de información y educación para el reconocimiento de síntomas.

“Se estima que entre el 30 y el 50% de los casos de cáncer pueden ser evitados siguiendo estos dos métodos de prevención”, expone la doctora Amaia Ramírez, oncóloga médica de Clínica Corachan.

El diagnóstico precoz de un cáncer es su detección en una etapa inicial. Esa detección temprana se puede realizar con el reconocimiento de signos y síntomas, como por ejemplo la detección de un bulto en la mama en una autoexploración, el observar un cambio de tamaño en un lunar preexistente, o alteraciones en la orina o en el ritmo digestivo que se mantienen en el tiempo, etc.

Pero, tal como afirma la Dra. Ramírez, “como el cáncer en sus etapas tempranas muchas veces no da síntomas, el diagnóstico precoz se lleva a cabo fundamentalmente mediante exploraciones de detección precoz, lo que también se denomina pruebas de screening o de cribado. Por ejemplo, una mamografía puede llegar a detectar un cáncer 24 meses antes de que este sea palpable, dependiendo del tipo de tumor”.

El cáncer no es una enfermedad estática. Es una enfermedad que puede avanzar con el tiempo, algunas veces más rápido que otras, pero sin tratamiento no se queda igual. El inicio del cáncer se debe a que algunas células del cuerpo se alteran y empiezan a dividirse y a crecer sin control.

Dependiendo de la parte del cuerpo en que eso suceda, las células cancerosas van creciendo formando tumores, que a su vez pueden crecer y llegar a invadir órganos vecinos o bien estas células se desprenden y pueden viajar por la sangre o por el sistema linfático para formar tumores en otras partes del cuerpo (metástasis). Por eso, cuanto más temprano se descubra un cáncer, mejor es el pronóstico para el paciente.

El estadio de un cáncer nos indica la extensión de la enfermedad: “cómo es de grande un tumor a nivel local y si se ha extendido o no a los ganglios adyacentes o a otras partes del cuerpo”, detalla la oncóloga médica de Clínica Corachan. Es un dato sumamente relevante para el médico, pues le permite definir qué tipo de tratamiento debe aplicarse al paciente, con qué urgencia lo necesita, y cuáles son las posibilidades de recuperación.

Estadios de detección

Cada tipo de cáncer tiene establecidos unos estadios específicos. Pero en general podemos describirlos de la siguiente manera:

  • Estadio 0 o Carcinoma in situ: El tumor no infiltra las primeras capas subyacentes. Aún no es infiltrante, por lo que no presenta riesgo de realizar metástasis.
  • Estadio I: El cáncer no ha crecido muy en profundidad y además no se ha diseminado a los ganglios linfáticos.
  • Estadio II y Estadio III: cuanto más alto es el número del estadio quiere decir que se ha extendido más en el sitio inicial y/o que se ha diseminado a ganglios linfáticos u órganos vecinos, pero no a otras partes del cuerpo.
  • Estadio IV: cuando el tumor ha formado nuevos tumores en otras partes del cuerpo distantes (metástasis).

La estadificación de un cáncer permite a todo el equipo médico hablar sobre un diagnóstico de la misma manera, por lo que va a ayudar a planificar mejor el tratamiento, que puede incluir un tipo de cirugía más o menos agresiva, o si se debe utilizar quimioterapia o radioterapia complementarias o no son necesarias. Y nos da un valor pronóstico general. Pero las estadísticas de pronóstico por estadio están basadas en grandes grupos de personas a los que se les aplicaron los tratamientos que había en ese momento.

No se pueden usar para predecir con exactitud qué le sucederá a una persona en particular. La evolución de cada cáncer está sujeta a múltiples factores que van a interactuar entre sí, tanto del tumor (el grado, la localización, la genética del tumor, etc.) como del paciente (estado físico previo, edad, respuesta a tratamiento, etc.): “No existen enfermedades, sino enfermos”, puntualiza Ramírez.

En general, cuanto menor sea el estadio, se puede recurrir a tratamientos menos agresivos y comporta un aumento en las posibilidades de curación y supervivencia. Los estadios más precoces (I o II) tienen un mejor pronóstico que los estadios III, y estos mejor que los estadios IV.

Cuanto menor sea el estadio, se puede recurrir a tratamientos menos agresivos y comporta un aumento en las posibilidades de curación y supervivencia

Cribado poblacional

El diagnóstico precoz sistemático de cáncer antes de que dé síntomas se lleva a cabo mediante el cribado. “El cribado es la aplicación de una prueba a una población aparentemente sana, para identificar a aquellas personas que tienen mayor riesgo de desarrollar un cáncer determinado”, explica la doctora Amaia Ramírez.

En la actualidad se utiliza para los cuatro tumores más frecuentes, en los que se ha demostrado que el beneficio obtenido por el cribado (esto es, la disminución del número de casos y la reducción de la mortalidad) compensa a los posibles efectos adversos que puede producir (resultados falso-positivos, sobrediagnósticos, sobretratamientos, resultados falso-negativos, etc.). Así por ejemplo, la mamografía ha demostrado una reducción en la mortalidad por cáncer de mama en un 30-35%. El objetivo del cribado es anticiparse a la enfermedad (cuando aún las lesiones no han invadido en profundidad ni se han expandido a otros ganglios o partes del cuerpo) para poder recurrir a tratamientos menos agresivos, que dejen menos secuelas físicas y psicológicas, y aumentar las posibilidades de curación y supervivencia. “Los tumores en los que por sus características el cribado ha demostrado beneficio en supervivencia son: el cáncer de mama, el de colon, el de cuello de útero o cérvix, y más recientemente, el cáncer de pulmón”, precisa la oncóloga de Clínica Corachan.

Las pruebas de cribado poblacional de detección precoz recomendadas consisten en:

  • Mamografía (cada 2 años entre 50 y 69 años, aunque hay variaciones de edad de inicio e intervalo entre las exploraciones en caso de antecedentes familiares o situaciones particulares).
  • Sangre oculta en heces (cada 2 años tanto en hombres como en mujeres, entre 50 y 69 años). Si el resultado de la prueba es positivo, se completa el estudio con una colonoscopia para visualizar el origen del sangrado y poder prevenir el desarrollo de tumores quitando los pólipos benignos.
  • Citologías ginecológicas y/o detección de virus de papiloma humano de alto riesgo,(en mujeres entre 24 y 65 años con periodicidad variable según la edad y los resultados).
  • Tomografía axial computarizada (TAC) de baja radiación anual (en personas de 55 a 74 años con un historial tabaquismo de 30 cajetillas-año, por ejemplo: el equivalente a una cajetilla de cigarrillos por día durante 30 años, o 2 cajetillas por 15 años).
  • Determinación de PSA y visita urológica en varones mayores de 50 años.

Estas exploraciones generales recomendadas para personas sanas pueden variar tanto en la edad de inicio o fin, o en su frecuencia, según los antecedentes familiares o situaciones particulares.

Participar en los programas de cribado es fundamental para detectar el mayor número de casos posibles en fases precoces en la población, mejorar la supervivencia y reducir el impacto del cáncer a nivel global. Así el cáncer de colon o mama son superables en más del 90% de los casos cuando son detectados en estadios precoces. La citología cervical ha conseguido reducir en un 70-80% la incidencia y mortalidad por cáncer de cérvix, con la detección de lesiones premalignas no sintomáticas, cuyo diagnóstico y tratamiento evita su progresión a carcinoma invasor.

Hábitos saludables

Mantener un estilo de vida saludable tras un diagnóstico de cáncer contribuirá al bienestar personal y a la obtención de los nutrientes necesarios en la lucha contra el cáncer. “En tumores como el cáncer de mama se dispone de estudios que muestran que el mantenimiento de un peso saludable y de cierta actividad física ayuda a mejorar la calidad de vida y contribuyen también a una mayor supervivencia”, declara la Dra. Ramírez.

Y añade que “durante el tratamiento se pueden producir cambios físicos, emocionales, psicosociales y nutricionales que se deben conocer para intentar gestionarlos de la mejor manera posible”. Las necesidades nutricionales y posibilidades de actividad física pueden variar en función de lo avanzado del cáncer o del tratamiento que se deba seguir. Un diagnóstico precoz, al permitir tratamientos oncológicos menos intensos y agresivos, puede ayudar también a conseguir ese objetivo de estilo de vida.

La alimentación que contribuye a protegernos contra el cáncer es similar a la que se recomienda para ayudarnos a reducir el riesgo de otras enfermedades crónicas, como la diabetes o las cardiopatías. Estudios europeos han indicado que quienes siguen un estilo de vida saludable tienen un riesgo de padecer cáncer un 18 % menor que quienes no respetan las recomendaciones en cuanto a estilo de vida y peso corporal.

¿Qué hábitos son los recomendables?

Estas recomendaciones consisten en líneas generales en evitar el consumo de tabaco, mantener un peso corporal normal, evitando aquellos alimentos que favorecen el aumento de peso como las bebidas azucaradas y la comida rápida; practicar una actividad moderada durante al menos 30 minutos diarios; lactancia materna; consumir preferentemente alimentos de origen vegetal; limitar el consumo de carne roja; evitar la carne procesada y limitar también el consumo de bebidas alcohólicas.

Mejorar las posibilidades de supervivencia de las personas con cáncer velando porque los servicios de salud diagnostiquen y traten más temprano la enfermedad es un objetivo de la OMS. No cabe duda de que los problemas son mayores en los países de ingresos bajos o medianos, que tienen menos posibilidades de proporcionar servicios de diagnóstico eficaces, con pruebas de imagen, de laboratorio y de patología, todas ellas esenciales para detectar el cáncer y planificar el tratamiento.

Los tratamientos por cáncer cada vez son más costosos. Un diagnóstico temprano eficaz puede posibilitar la aplicación de tratamientos que suelen ser más eficaces, menos complejos y costosos. Así, se ha comprobado que el tratamiento de pacientes de cáncer a los que se les ha diagnosticado la enfermedad tempranamente es de dos a cuatro veces menos costoso que el de los enfermos a los que se les ha diagnosticado el cáncer en fases más avanzadas.

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En definitiva, concluye la oncóloga médica de Clínica Corachan, “el diagnóstico precoz de cáncer salva vidas y reduce el impacto del tratamiento de sus secuelas físicas y psicológicas, ayudando en la mejora de la calidad de vida y a la supervivencia”.

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